martes, 13 de enero de 2009

Sentirse bien: se puede aprender a ser feliz.

Es usual que las personas pensemos que vamos a sentirnos felices cuando logremos esas cosas que hemos estado deseando:

Finalmente tener casa propia, lograr un ascenso en nuestro trabajo, reconocimiento de otras personas, que nuestro equipo favorito gane un campeonato, o la boda con la pareja de nuestros sueños, entre otras.

Los psicólogos han estudiado el tema de qué es lo que hace felices a las personas, y lo llaman “percepción subjetiva de bienestar”, es decir la opinión que tienen las personas acerca que qué tan satisfechas se sienten con su vida.

LAS COSAS QUE NO NOS VAN A DAR FELICIDAD:

LOGROS LARGAMENTE ANTICIPADOS pueden darnos placer durante un breve tiempo, pero no tienen un efecto duradero. Los eventos extraordinarios como por ejemplo comprar el auto que deseamos o graduarnos en la universidad dejan de tener efecto una vez que uno se ha acostumbrado.
LA INTELIGENCIA RACIONAL tampoco es un factor que nos haga más felices. Muchas personas con alta inteligencia tienen una actitud pesimista ante la vida.

CÓMO SER FELIZ:

La felicidad o percepción subjetiva de bienestar no tiene tanto que ver con los eventos fuera de nuestro control, sino con aquello a lo que le prestamos atención y la actitud que asumimos al respecto. Tomar las cosas con sentido del humor, por ejemplo, va de la mano con tener una actitud de mayor esperanza o confianza en el futuro. En los estudios se ha encontrado que bailar, pasar tiempo con amigos y hacer trabajo voluntario son las actividades que en general proporcionan más placer.

Para aprender a ser feliz, hay dos habilidades que cultivar:

1. MONITOREA TU ESTADO DE ÁNIMO. Poner atención en nuestras emociones nos permite detectar cuáles son esas cosas que nos dan placer o cuándo está declinando nuestro estado de ánimo. Y esto nos da más elementos para tomar mejores decisiones respecto a cómo invertir nuestro tiempo y dinero en aquello que realmente nos da placer. Identificar y nombrar nuestras emociones pudiera parecer sencillo, sin embargo es usual que las personas pongan mucha más atención a las circunstancias o eventos externos que a aquello que están sintiendo. Por ejemplo, una persona puede decirse: “Mi problema es que me quedé sin trabajo”, sin darse cuenta de que lo que realmente le provoca malestar es la sensación de haber sido injustamente tratado, o por el contrario, el miedo a no tener las suficientes cualidades para conseguir un trabajo del mismo nivel. Si la persona identifica exactamente qué es lo que le provoca malestar de haberse quedado sin trabajo, estará en mejores condiciones para tomar las acciones más apropiadas (Por ejemplo ponerse en contacto con personas que conocen bien la calidad de su trabajo o asistir a cursos de actualización). Tomar conciencia acerca de lo que estamos sintiendo en cada momento se considera la piedra angular de la inteligencia emocional, ya que es la base que facilita la comunicación con otras personas y nos pone en mejores condiciones para tomar buenas decisiones.

2. MONITOREA TUS PENSAMIENTOS. Por lo general no estamos acostumbrados a poner nuestros pensamientos en tela de juicio: pensamos lo que pensamos y opinamos que tenemos la razón. Sin embargo, un profesional entrenado puede ayudarnos a identificar distorsiones en nuestro pensamiento: quizá minimizamos nuestros triunfos y maximizamos nuestros errores, miramos al mundo como si todo fuera blanco o negro (bueno o malo), sacamos conclusiones apresuradas o nos encadenamos con ideas acerca de cómo “deberían” o “no-deberían” ser las cosas.

Si bien existen en el mercado una gran cantidad de libros de autoayuda que pueden ser útiles para desarrollar estas dos habilidades, la mejor manera de aprenderlas es asistiendo a terapia con un psicoterapeuta calificado. El trabajo del psicólogo de ninguna manera es resolver nuestros problemas, sino ayudarnos a desarrollar habilidades que mejorarán nuestra vida. Independientemente de su orientación o marco teórico, la mayoría de las terapias psicológicas nos facilitarán entrar en contacto con nuestras emociones y poner en duda nuestros pensamientos, lo cual tendrá como resultado un mejor manejo emocional, mejores relaciones con otras personas, mejores decisiones y por lo tanto un mayor bienestar en nuestra vida diaria o felicidad.
Referencias:

Burns, D. D. (1980). Sentirse Bien. México: Paidós.
Flora, C. (2005). Happy Hour. Psychology Today. (Sept): 40-50, 95.
Goleman, D. (1994). Emotional Intelligence. New York, EUA: Bantam Books.
McGowan, K. (2005). The Pleasure Paradox. Psychology Today. (Sept): 52-53.