lunes, 26 de enero de 2009

Cómo ganar la batalla a los berrinches.


En las próximas semanas, iré agregando algunos artículos con tema psicológico que pudieran ser de interés general. Para encontar más artículos te recomiendo visitar psicontacto.com

El día de hoy, acerca de los berrinches:


Los berrinches son parte normal del desarrollo de los niños, especialmente entre uno y tres años. Sin embargo es muy importante que los padres de familia sepamos cómo reaccionar para que los berrinches no se salgan de control.

Una de las peores cosas que puedes hacer es enojarte con tu hijo y regañarlo cuando está teniendo un berrinche. Hay que entender que los niños se la están pasando tan mal como uno y que cuando están en medio de un berrinche es como si hubieran perdido el control sobre su cuerpo y sobre sus emociones.

Por otra parte, una estrategia que los niños entienden muy bien es separar al niño del berrinche. En lugar de decirle “No seas tan berrinchudo” comentar “Ten cuidado, que un berrinche te quiere agarrar”. En lugar de “¿Por qué me haces esto?” decir: “Yo sé que es difícil, pero puedes ganarle a los berrinches”. Al separar al berrinche del niño, podemos encontrar mejores estrategias para atacar a los berrinches sin atacar al niño.

A continuación encontrarás algunas de las acciones que suelen alimentar y hacer crecer a los berrinches:

* Discutir con el niño, tratar de convencerlo.
* Devolverle los gritos.
* Recompensar los berrinches. Es decir, darle al niño lo que pide, con tal de que se calle.
* Castigar los berrinches. Hay que tener cuidado con poner consecuencias desagradables a los niños cuando el adulto a cargo está enojado.
* Intentar parar el berrinche.
* Tomárselo personalmente.

Tomando en cuenta que los berrinches son tan difíciles de parar, lo mejor que podemos hacer es aplicar estrategias para evitar que aparezcan:

* Asegurarse de que los niños están bien comidos y bien dormidos
* Conocer qué tipo de situaciones provocan estimulación excesiva.
* Conocer las señales de advertencia y cambiar la situación antes de que empiece un berrinche.
* Elegir tus batallas. Si exiges demasiado tu hijo va a sentirse frustrado.

* Organizar la vida de manera que la frustración se encuentre dentro de ciertos límites.
* Cuando hay que obligarle a hacer algo que no desea o prohibirle algo que desea, buscar hacerlo de la manera más suave posible, explicándole y dándole alternativas. No tiene caso entrar en confrontaciones “para ver quién puede más”.


Una vez que empezó un berrinche, toma en cuenta las siguientes sugerencias:

· Cuidar su seguridad y la de otras personas. Si es necesario sostenerlo de manera gentil y firme. Quizá llevarlo a otro lado.

· Mantenerte cerca. Permanecer tranquilo y esperar con calma a que se le pase. Estar disponible, que el niño sepa que usted estará ahí para consolarlo cuando termine.

· Escuchar, observar y reflejar lo que ves. Decirle por ejemplo: “Veo que tu cara se puso roja y que estás apretando los puños.”

· Pensar: “Por muy desagradable que el berrinche sea para mí, es mucho peor para él o ella”

· Repetir un mantra: Esto también pasará.

· Recordar que el berrinche es una señal de confianza (Los niños siempre hacen sus berrinches más impresionantes con quién más confianza le tienen).

· Ofrecer alternativas para expresar el enojo de manera física: morder mordederas, aventar peluches, gritar en una almohada o dentro de un closet.

· Aprender de la experiencia.



Después de los berrinches:

Hay que aprender de la experiencia y revisar si hay algo que podríamos hacer la próxima vez que estemos en una situación similar. Con niños de tres o más años, es útil hablar para entender qué fue lo que pasó y planear estrategias para la próxima vez.



Si tu hijo es mayor de 3 años, te recomiendo contarle en cuento: “Había una vez un berrinche”:

Había una vez un berrinche buscando en dónde vivir. A los berrinches no les gusta vivir en la calle, porque necesitan estar cerca de la gente para vivir. Así es que el berrinche se puso a buscar una casa. En la primera que vio vivía una viejita y el berrinche pensó: “no, no creo que esta viejita me vaya a dar de comer”. Luego pasó por una casa en donde vivía una pareja sin hijos y pensó: “no, aquí tampoco creo que se viva bien”. Hasta que encontró una casa en donde vivían una niña y un niño con sus papás. Entonces el berrinche se puso muy contento pensando “esta sí es una buena casa para que viva un buen berrinche” y se metió.

Y es que los berrinches se alimentan de gritos, enojos, lágrimas y golpes. Eso es lo que los hace muy felices y los ayuda a crecer. El berrinche se acercó al niño menor y le habló muy bajito al oído, de manera que el niño se confundía porque pensaba que eran sus pensamientos, pero era el berrinche quién le estaba hablando. Y el berrinche le decía cosas así: “Tu quieres justo ese juguete que tiene tu hermana, ningún otro, ese es el más bonito”, otros días le decía: “quieres otro dulce, otro más, otro más” y si mamá le daba tres dulces, el berrinche le decía “pide uno más” porque para los berrinches nada es suficiente. Otras veces, justo a la hora del baño, el berrinche se aparecía y le decía al niño “no te quieres bañar” y es curioso, porque en realidad al niño le encantaba bañarse con agua tibia y jugar en la bañera, pero cuando el berrinche le hablaba, se confundía y empezaba a gritar: “¡No me quiero bañar! ¡No me quiero bañar! ¡No me quiero bañar!” Mientras más lloraba, el berrinche más crecía. Entonces la mamá se enojaba y le gritaba, y el berrinche crecía todavía más. Hay que recordar que los berrinches se alimentan de gritos, enojos, lágrimas y golpes. Un día el niño le pegó a su mamá y la mamá le regresó una nalgada. El berrinche estaba feliz y grandote, cada vez era más poderoso. Y los miembros de la familia eran cada día más infelices.

De vez en cuando el berrinche hasta se subía al coche y se iba a la escuela con los niños, pero la verdad es que prefería quedarse en casa y aprovecharse de los momentos en que los miembros de la familia estaban más cansados.

Hasta que un día papá y mamá hicieron una reunión familiar. Hablaron con sus hijos: “Esto no puede seguir. Descubrimos que un berrinche está viviendo en esta casa” “¿Un berrinche?” Preguntaron los niños. “Así es” dijo papá. Así es que todos se pusieron a hacer un plan acerca de cómo le iban a hacer para dejar de alimentar al berrinche. El hijo menor se propuso dejar de escuchar cuando el berrinche le hablaba, o hacer como que no lo oía. La hermana dijo que iban a estar muy al pendiente y si se daban cuenta que de por ahí andaba rondando un berrinche le iba a avisar a su hermanito: “Cuidado hermanito, por ahí anda el berrinche”. Mamá dijo que iba a tratar de que los niños comieran y durmieran a sus horas, porque se había dado cuenta de que cuando estaban más cansados o con hambre era cuando el berrinche más se aprovechaba para entrar. Y papá dijo que iba a hacer todo lo posible por no enojarse ni gritar tanto.

Y así lo hicieron. Cada una cumplió su parte y como ya casi no le daban nada de comer, el berrinche se fue haciendo pequeñito, pequeñito, pequeñito, hasta que un buen día decidió: “Este ya no es un buen lugar para vivir. Nadie me da de comer. Mejor me voy a buscar otra casa.” Y cuando papá cocinaba, mamá leía y los niños dibujaban, de repente oyeron todos que una puerta que se azotaba. Y es que el berrinche se había salido muy enojado y había cerrado la puerta muy fuerte. Ese berrinche nunca volvió a molestarlos. Pero los miembros de la familia tampoco se confiaron porque ellos sabían que siembre hay berrinches rondando buscando casas en donde vivir, así es que a partir de ese día estuvieron muy atentos y cuando algún berrinche se les volvía a meter a su casa, usaban su estrategia anti-berrinches para que se quedaran pequeños y se fueran lo antes posible.

Tú puedes hacer adaptaciones en el cuento, para que se parezca más a tu propia situación. Por ejemplo, puedes agregar: La mamá y el niño se dieron cuenta de que el berrinche era contagioso, porque cuando lo agarraba a él, luego también se alimentaba con los enojos de ella. Así es que decidieron que cuando vieran que el berrinche había agarrado al niño, él se iba a ir a su cuarto hasta que se le pasara, para no contagiar a nadie. El personaje principal puede ser niño o niña, el grande, mediano o pequeño, etcétera. Lo importante es que al final la historia termina bien y el niño o la niña son héroes o heroínas, que vencen a los berrinches, con ayuda de su familia.

Lecturas recomendadas:

Adele Faber y Elaine Mazlish. Cómo hablar para que los hijos escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen. Ed. Diana.

Penelope Leach. Bebé y niño. Ed. Grijalbo.

Chick Moorman. Cómo hablarle a los hijos. Ed. Programación Mental Positiva

John K. Rosemond. ¡Porque lo mando yo! Ed. Libra.

Vidal Schmill. Disciplina Inteligente.

Stanley Turecki y Leslie Tonner. El niño difícil. Ed. Norma.

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